El fantasma de Dostoiesvski deambula por la 25 de Mayo. Nadie me cree, pero es cierto. Barre la calle por las noches, de principio a fin, como todo buen empleado municipal. Arqueada su espalda por el trabajo, su escoba gastada, siempre crujiente. Es él, es Fedor. Cuando paso cerca, da vuelta la cara, pero no necesito ver sus facciones, sé que es él. Es el trato que hizo con sus Demonios a cambio de una vida sin fin. De qué sirve haber sido alguien como él, si al final, el final es el mismo para todos. ¿Escritor muerto o barrendero eterno?
Creo que eligió bien.
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